Hace un tiempo un buen amigo me contó la historia que él contaba a sus alumnos para tratar de motivarles y así lograr una mayor implicación en los estudios

La historia narraba la relación entre un empresario y su mejor jefe de proyectos.

 

A lo largo de la vida de la empresa, el jefe de proyectos había sido el mejor trabajador que hubiera habido nunca. Pero llegó el día en que este jefe de proyectos, después de muchos años de duro trabajo, le comunicó su deseo de jubilarse.

El empresario, muy a su pesar, puesto que había sido su mejor trabajador de largo, entendía la decisión que éste había tomado. Así se lo hizo saber, pero le pidió que, por favor, antes de jubilarse se hiciera cargo de un último proyecto. Se trataba de construir una casa para un cliente muy importante para la empresa y el empresario no podía confiar en otro jefe de proyecto.

El trabajador no acogió la petición con mucha ilusión, esto era una faena para él porque quería jubilarse ya, pero a regañadientes aceptó el encargo, eso sí, dejando muy claro que era el último proyecto que haría para la empresa.

Reunió a su equipo de equipo de trabajo y les informó acerca del proyecto a realizar. También les dejó claro que era su último proyecto y que lo hacía por compromiso así que la idea era terminarlo lo antes posible. Dio órdenes de no preocuparse por la calidad de los materiales que no estuviesen a la vista y de no perder un tiempo excesivo en los remates y los acabados. Su equipo de trabajo no estaba acostumbrado a trabajar de esta manera y así se lo hicieron llegar. Le comentaron que de esta manera el resultado final no tendría ni la calidad ni los acabados habituales. Ante estos comentarios él respondió que no se preocupasen, que su objetivo era acabar lo antes posible y que, si había algún problema con el proyecto, él sería el único responsable y ya estaría fuera de la empresa. Su equipo de trabajo obedeció y no se preocuparon por la calidad de los materiales ni por los acabados de la casa.

Finalizado el trabajo, el jefe de proyectos se reunió con el empresario para informarle de que la casa estaba terminada y que él ya podría disfrutar de la tan merecida jubilación. En ese momento el empresario le agradeció todo el esfuerzo y dedicación que había entregado a la empresa a lo largo de su carrera y especialmente por el último trabajo realizado, ya que este proyecto era para un cliente era muy especial para la empresa. Acto seguido se dirigió al trabajador y le dijo “Toma las llaves de la casa que acabas de terminar, ese cliente tan importante para nosotros eres tú”. Ante esto el trabajador sólo acertó a balbucear “Si hubiese sabido…”.

En muchas ocasiones no somos conscientes de que día a día, de una manera u otra, estamos construyendo la casa donde vamos a vivir. Hacer las cosas por compromiso, pensando que lo hacemos para otro, sin una implicación real en lo que hacemos significa malgastar nuestro tiempo, construir nuestra propia casa con malos materiales, para al final decir “Si hubiese sabido…” ¡Bien, ahora ya lo sabes!

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